diciembre 23, 2005

Pitanzas de navidad.


Hace un par de semanas, fue la cena de navidad de los compañeros y anoche la de la empresa. Curioso, de no saber lo que es esto de las comidas de navidad, a tener dos o más, porque todavía queda la reunión de amiguetes y, posiblemente, pondremos un fondo común y compraremos unas gambitas, cerveza y alguna que otra cosilla más. Ya el año parado lo hicimos y estuvo muy bien la cosa. La cena de compañeros, fue en el mismo lugar que el año pasado, pero creo que éste, será el último año que lo hagamos allí, porque no nos gustó mucho a casi nadie. La comida horrible, el sitio feo y salió caro. Nos clavaron treinta euros por una botella de whisky. Después de la cena, nos fuimos todos a un bar de copas, de estos que ponen música y se hace el tonto un rato. El bar se llama Tango, por cierto. Allí estuvimos hasta que ya iban a cerrar, así que nos fuimos a casa. Un par de compañeros, terminamos a eso de las seis de la mañana, en el bar de un familiar de uno de ellos. Al salir compramos chocolate con churros, no nos comimos los churros y tampoco nos bebimos el chocolate. Estábamos hasta arriba de beber. Costó trabajo dormir, por aquello de tener un grado de alcohol en sangre un pelín alto, así que por la mañana y toda la tarde, tocó resaca de calibre quince. Memorable la cena, sí señor. Nos dimos un lote de reír como hacía tiempo...

La cena de anoche, fue en el pabellón de la navegación, en los terrenos de la vieja Expo’92. Más de doscientos invitados nos juntamos anoche. La gran mayoría de trabajadores del edificio. Unos canapés, unas cuantas cervezas y copas y a las cuatro de la mañana estaba entrando por la puerta de casa. Parece que mi hija Carmen me olió, porque fue quitarme la corbata, los zapatos y el traje y acostarme, empezó a lloriquear. Trinity la puso en la cama, entre nosotros y me parece que eso contribuyó a despabilarla todavía más. Hora y media tardó en dormirse de nuevo. Creo que Trinity no volverá a acostar a la peque otra vez tan temprano. Hoy, sin resaca, he entrado a mi trabajo a las dos de la tarde. El ambiente en el trabajo, está muy tranquilo, el que más y la que menos, tiene un leve dolorcillo de cabeza y parece que llevan puesta la cara de otro. Pero bien, parece que todo el mundo se divirtió anoche.

Nunca había visto a compañeros de trabajo en una situación como la de anoche, o al menos no a tantos juntos. Es curioso comprobar como se ratifica la opinión que se tiene respecto a una persona en estas ocasiones. En fin...

Mañana toca cena familiar en Morón de la Frontera. Como en el bautizo de Carmen, han alquilado un local para la celebración. Nos juntaremos de nuevo unas treinta personas para la cena. Estará divertido seguro, pero lo malo es el tema “el día después”, porque el domingo veinticinco, algunos amaneceremos resacosos y, una vez más, con la cara de otro todo el día. Rebañaremos los restos del día anterior, como de costumbre, y no veré la hora para llegar a casa, ducharme y descansar hasta el martes a eso de las diez de la mañana que vuelva al trabajo.

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