A lo que iba. Hace muy poco tiempo, se ha aprobado una directiva a nivel europeo por la cual, las compañías operadoras de telefonía, llámense Telefónica, Movistar, Vodafone, Amena, Auna, etc, deben conservar los datos correspondientes a las llamadas de sus clientes. Es decir, que durante dos años, por poner un plazo, Telefónica conserva todos números de teléfono a los que yo he llamado, duración, fecha, etc. Lo que no se puede es conservar el contenido de esa conversación. Hay que ver lo que es la ignorancia. Todos esos datos, hace años que se generan y de hecho, nos los envían a casa junto con la factura mensual, así que no sé de qué se extraña la gente. Pecaríamos de ingenuo si creyésemos que no han utilizado estos datos en alguna ocasión, o que no se han filtrado y utilizado para fines estadísticos orientados a vendernos algo o algo peor que el simple marketing. Cuando se dicen estas cosas, inmediatamente viene a la cabeza la palabra paranoia y se convierte el que lo diga en un bicho raro. Personalmente, en una sociedad como en la que vivimos, me parece incluso lógico, o cuando menos comprensible aunque no justificable, que los gobiernos traten de perpetuarse en el poder usando para ello cualquier método a su alcance. Precisamente hace un par de días, nos enteramos que el gobierno de EE.UU. con George Bush a la cabeza, ha estado espiando (sin permiso) a ciudadanos norteamericanos y seguro que algún que otro extranjero. A los que les permitía espiar era a los de la NSA, vamos un cachondeo. Y me pregunto yo ¿cómo estará el nivel de confianza de sus votantes en estos momentos?. Algunos dirán que "a ellos no les importa que les vigilen, porque no tienen nada que ocultar", a mí sí me importa que me espíen, la verdad, nadie tiene que saber dónde voy, con quién voy, a quién llamo o con quién hablo, lo que como, gasto, mis gustos o si me gusta más carne que pescado. Es mi privacidad, ningún gobierno tiene derecho a intrometerse. Evidentemente, lo que Bush ha tenido el valor, en cierto modo, de reconocer, apuesto a que el de Felipe González Márquez, pasando por J. M. Aznar, hasta Zapatero, lo han hecho, por no hablar del Caudillo, el generalísimo Franco. Claro que las comunicaciones, no eran lo mismo hace cuarenta años.
Ante lo que para muchos es un abuso de autoridad y poder, ¿cómo protegerse?. Criptografía. Tenemos a nuestro alcance, herramientas para codificar los datos que enviamos y recibimos para poder evitar que el contenido de nuestras comunicaciones sea interferido. Dar una vuelta por Internet y preguntar al Oráculo, siempre me aclara muchas cosas. No puedo disertar lo suficiente sobre este tema como para poder instruir a nadie sobre qué y cómo encriptar sus conversaciones o sus correos electrónicos, pero sí puedo recomendar una de estas herramientas: http://www.gnupg.org/. Hay programas para esto tanto para Microsoft Windows, como para otros sistemas operativos.
El caso es que ahora pueden requerir nuestros datos y las operadoras de telefonía están en la obligación de facilitárselos. Me parece a mí que eso es exactamente igual que antes, no nos engañemos. nuestros datos personales, pululan por despachos y bases de datos de empresas.
Todo esto venía porque desde el día uno de enero, a parte de tener que dejar de fumar en todas partes, en el trabajo van a vigilarnos las horas de entrada y salida. Se habló de poner un reloj de esos en los que hay que "picar" una tarjeta cuando se entra o se sale, pero con los tornos de acceso al edificio les sirve. Nos controlarán las horas que estemos dentro del edificio, cosa que me parece bien, pero ¿quién controla que cobremos lo justo, o que trabajemos con los medios adecuados y descansemos lo que nos corresponde?. Dicen que si el empresario engaña al empleado en su sueldo, obligación del trabajador es engañar al empresario en su trabajo.
No hay nada nuevo bajo el Sol, pero cuántas cosas viejas hay que no conocemos. AMBROSE BIERCE.
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