abril 18, 2006

1984.


Es el título de una novela de George Orwell que a día de hoy estoy leyendo. Publicada un año antes de su muerte en 1950, es su obra cúlmen para muchos. Había oído hablar de ella cientos de veces en Barrapunto y ya me picaba el gusanillo desde entonces.

La novela trata sobre la vida de un ser humano común y corriente en una sociedad en la que pensar está mal visto; tanto que te cuesta la muerte. No me es posible escribir sobre 1984 sin desvelar detalles que, para alguien que quiera leerla, sirven para reventar el final. Aunque, por otra parte, creo que no debe ser lo más interesante de la novela. Aun no he llegado al final.

Me ha llamado poderosamente la atención, entre otras cosas, un párrafo del libro que paso a transcribir a continuación.

"Todas las creencias, costumbres, aficiones, emociones y actitudes mentales que caracterizan a nuestro tiempo, sirven para sostener la mística del Partido y evitar que la naturaleza de la sociedad actual sea percibida por la masa."

Lo he extraido del capítulo primero "La ignorancia es la fuerza" de "El Libro" de Goldstein, en el que se explica cómo y por qué ha llegado la sociedad a esa situación. Es espeluznante la similitud entre esa y nuestra sociedad actual; no por nada se dice aquello de Sociedad Orweliana

"Dejados aparte, continuarán, de generación en generación y de siglo en siglo, trabajando, procreando y muriendo, no sólo sin sentir impulsos de rebelarse, sino sin la facultad de comprender que el mundo podría ser diferente de lo que es."

Como una letanía, las reacciones del ser humano ante la falta de estímulos, son repetidas en las consignas del Partido, que aparecen en muchas ocasiones en la novela y que reflejan, precisamente, lo que al principio decía sobre el no pensar y el entumecimiento que provoca esta actitud si se realiza de forma continuada. O mejor dicho, si no se realiza.

Estoy a punto de terminar la lectura de esta novela y ya contaré algo más cuando la termine; de momento, recomiendo su lectura.



"La tierra es plana; una vez más, la ignorancia es felicidad" (El Aviador Dro y sus obreros especializados)

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