enero 04, 2006

Rutina.

Seis y veinticinco de la mañana, suena uno de los despertadores, lo apago junto con los otros dos y me levanto de la cama. Conecto mis auriculares para ir oyendo las noticias mientras que hago tiempo para que lleguen las siete de la mañana y oír a Pablo Motos en su programa de M80 Radio, No somos nadie. En esa media hora, desayuno y hago lo propio que hacemos todos por las mañanas.º Poco despues de las siete, ya estoy en la ducha y entre siete y veinticinco y ocho menos veinticinco, suelo salir de mi casa para el trabajo. Esto es cuando tengo turno de mañana o turno partido. Desde el día nueve hasta finales de mes, me esperan sólo jornadas a turno partido, como esta semana, porque un compañero va a disfrutar de sus muy merecidas vacaciones y Serradilla, otro compañero, suplirá su ausencia con su presencia. Es decir, que me espera un mes a piñón, como decimos por aquí. A la una del mediodía, uno de los que estamos de turno partido, se va a casa a comer. Cuando soy yo, aprovecho para dormir un par de horas en el coche. Sí, en el coche. No me da tiempo de ir hasta el centro de Sevilla, aparcar, comer, si es posible (que no lo es) descansar un rato y volver desde el centro aquí para trabajar. Ir a casa de mis padres, tampoco me atrae demasiado, porque es un trastorno para ellos y por otra parte, algo de ayuno no me hará mal; mi cuerpo no quiere más comida, me lo dice. Lo qu quiere es ejercicio más bien. Si me voy a la una, a las tres estoy de vuelta para que el compañero que esté de "turno partido" se vaya a comer un par de horas. Entre unas cosas y otras, me levanto a las seis y media de la mañana y llego a casa a las nueve de la noche, porque en invierno es de noche a esa hora. Catorce horas y media dedicado al trabajo, no está mal. La verdad es que cuando tenía el Cyber-Café (sin café), ganaba bastante menos, pero me lo pasaba mucho mejor que aquí. Todos los trabajos tienen sus inconvenientes y sus ventajas, eso es obvio, pero es que esto es un coñazo, porque ahora, con el plan que llevan con lo del tabaco, con el control de entrada y salida, ahora esto, usar a un compañero para cubrir el puesto de otro, teniendo que trabajar todos los dias a turno partido y descansando un fin de semana de cada dos. Este fin de semana me toca descansar a mí, pero, para variar, ya tenemos plan: Visita a casa de Toñi y Adolfo por el día de Reyes Magos, comer, beber, beber, beber... comer... en fin, lo de siempre.

Muchas veces, recuerdo aquellas semanas que trabajé como técnico de sonido en Alta Frecuencia, otras, recuerdo cuando iba al curso de doblaje o trabaja en la radio en Dos Hermanas. Me planteo si no debería apostar por trabajar en lo que me gusta ya que es algo que ocupa mucho del tiempo del que disponemos, en mi caso, más de la mitad de cada día. Por otra parte, ya no creo que me llenase como antes. Puede que, de soñar tanto con ello, ya no me interese ese sueño de trabajar como actor de doblaje, on en una emisora como pinchadiscos de radiofórmula chusquera, o que me haya quemado en este trabajo y esté perdiendo la ilusión, no sé.

Es un círculo vicioso esto de dormir, trabajar, comer, repetir esto durante cinco días para poder descansar un fin de semana para volver a empezar con la rutina de dormir, trabajar, comer. Se vive con la sensación de libertad mientras los días pasan si más. Lo único bueno: te pgan a fin de mes. Porque el trabajo tiene eso, que es remunerado, poca gente desempeña un trabajo y a la vez disfruta con lo que hace. Un trabajo no es más que un simple medio de vida y en demasiados casos, una condena de por vida. Eso debe ser estupendo, sentirse útil sabiendo que lo que haces te gusta, o al menos, aunque no te sientas útil, trabajar en algo que te guste.

Bastantes problemas plantea la vida ya por sí misma como para crearnos nosotros mismos más problemas pensando en estas cosas, ¿o no?. Pensar estas cosas, sea posiblemente lo que nos haga evolucionar, pero entre el pensar y actuar hay una gran distancia.


En teoría, entre teoría y práctica no hay mucha diferencia, en la práctica sí.

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