noviembre 29, 2005

Sevilla 'La nuit'.




El pasado veintiséis de noviembre, aprovechando que Carmen, la hermana de Trinity y su pareja, T0n1x han regresado de Estados Unidos para estar con la familia un par de meses y que se quedan en nuestra casa a dormir de vez en cuando, hemos hecho algo que yo tenía muchas ganas de hacer: salir a cenar. Parecerá una tontería, pero nuestras cenas son, la mayoría de las veces, en pijama en el salón de casa, así que tenía muchas ganas de salir a un restaurante en condiciones a comer comida que alguien cocina para tí.

Miringotes fue el sitio elegido para la ocasión. En Sevilla, en la calle Bailén, no recuerdo en qué número, un singular restaurante no sé si se podría decir que es de estos de Novel Cousin, pero sí que hay platos modernos y sabrosos. Un Carpaccio de ternera, ensalada de hojas verdes de espinaca cubiertas con nueces, queso de cabra, algún toque de especia y aceite de oliva. Hubo un tercer entrante, pero no me acuerdo. Una crema, un solomillo a la pimienta, Magret de pato a la naranja y una caldereta que quitaba el sentido fueron los platos fuertes. Vino tinto, Gazur para más señas regó el encuentro. No hubieron postres, aunque ya me hubiese gustado, pero no me cabía más comida. Un paseo a paso lento y con conversación, amenizaba la cita hasta que dimos con un bar de copas, de estos nocturnos, en los que la gente va super-hiper-mega Fashion. No estaba nada mal, la verdad. Entre charlas nos tomamos un cubatilla y nos dispusimos a ir a otro garito. Gaudy (debe ser que el otro nombre está registrado) se llama el garito en cuestión. Otro cubata y un poco de baile más y a continuar la ronda nocturna.

Hace unos años, en Sevilla aprovecharon la antigua estación de Plaza de Armas, por aquello de la Expo’92, para remodelarlo como centro comercial. Cuando los establecimientos cierran sus puertas, abre otro local de copas. Budah (debo confirmar este nombre) se llama; tiene tres plantas y en cada una de ellas se baila un estilo de música distinto. Regamos de nuevo en interior del cuerpo con otro cubata, bailamos la música de moda y hasta nos invitaron a un chupito, porque uno de los relaciones públicas le pidió el carné de identidad a Trinity, por aquello de comprobar si tenía la edad mínima para entrar a sitios de estos. Evidentemente, la supera con creces, pero se conserva muy bien. Un taxi hasta casa y lo que vino después, no se puede contar aquí.

El domingo por la mañana, habíamos quedado con María Elena y su marido, Luis, para salir de cervecitas por Sevilla, así que a las doce del mediodía, estábamos otra vez en planta y eso que nos acostamos a las cinco de la mañana poco más o menos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Aquella noche fue genial,el restaurante,la comida y la compañia.Cuñao,sabes q no me gusta beber,pero ese vino que bebimos era capaz de resucitar a un muerto.Bueno,otro momento mas para recordar.